ENTRENAMIENTO DEFENSOR PARA LA VIDA Y LAS ORGANIZACIONES

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ENTRENAMIENTO DEFENSOR PARA LA VIDA Y LAS ORGANIZACIONES

alimentación saludable

Normalmente la llegada del frío nos coge algo despistados, y es entonces cuando más nos acordamos de nuestras defensas. El cuerpo se vuelve más vulnerable a los virus y resfriados y se multiplican las bajas en las organizaciones. 

Protegerse de las amenazas ha sido siempre, a todas las escalas, un escenario constante en la historia y supervivencia de nuestra especie, por eso la barrera fronteriza de la salud que llamamos sistema inmune, no debería ser atendida sólo cuando ya está el enemigo en las puertas. Ya lo dijo el General Sun Tzu, en su obra “El arte de la guerra”: “lo mejor es dominar a las tropas enemigas sin enfrentarse a ellas en el campo de batalla”, símil que nos colocaría sin duda en el camino tan preciado de la medicina preventiva.

Cuando nos referimos al sistema inmunológico, hablamos de un conjunto de órganos y células de nuestro cuerpo que tienen como finalidad defendernos de microorganismos, células y sustancias que nos producen enfermedades u otras alteraciones.

Forman parte de estos órganos el intestino, el bazo, el timo, la médula ósea, el tejido linfático o ganglios y la sangre, pero también forman parte de él la piel y las mucosas. Podemos decir que es un sistema complejo que nos permite relacionarnos con el exterior y así consigue mantenernos sanos.

Las células principales encargadas de nuestras defensas son los glóbulos blancos o leucocitos, que viajan en la sangre a todos los rincones de nuestro cuerpo.

Cuando nuestro sistema inmunitario funciona bien puede reconocer una serie de señales que le alertan de que algo extraño está ocurriendo, por ejemplo, detectando virus y bacterias en nuestro cuerpo que producen infecciones, y desplegando toda una estrategia defensiva para eliminarlos.

Pero cuando el sistema inmunitario está debilitado nuestras células defensivas no nos protegen de la forma adecuada y pueden aparecer síntomas como inflamación, cansancio crónico, caída del cabello, numerosos resfriados, herpes, mareos, sangrados de nariz, y si éstos son sostenidos, infecciones con fiebre y síntomas típicos de infecciones mayores.

Recordemos que el sistema inmune tiene siempre los mismos enemigos, los conocemos bien, aunque los sentamos a comer en nuestra misma mesa. Empezando por la carencia de determinados nutrientes en la dieta, el abuso de alimentos ricos en grasas, azúcares, histaminas y aditivos químicos; desajustes del sistema nervioso como la ansiedad, el estrés y la depresión; la falta de descanso, el sedentarismo y el abuso de medicamentos.

Por eso, una buena barrera defensiva no es algo que se pueda forjar de un día a otro, ni con un chute de suplementos vitamínicos temporales ni con campañas de vacunación estacionales, refuerzos que en un momento dado pueden rellenar alguna baja militar, pero que no se sostiene por mucho tiempo. Como todo buen ejército, requiere de un entrenamiento constante, basado en conocimientos y estrategias, empezando por ubicar el campamento base: ni más ni menos que el 80% del sistema inmunológico está alojado en nuestro intestino, por lo que la calidad de nuestra microbiota tiene mucho que decir sobre la calidad de nuestros defensores.

La atención debe ser puesta en promover los hábitos de vida que lo mantienen en forma todo el año, hábitos de los que realmente dependen nuestras defensas en un 75%, según ha demostrado una reciente investigación del Instituto Whitehead para la Investigación Biomédica de Cambridge en Estados Unidos. Estos hábitos son:

  • Una alimentación natural y bien equilibrada, en la que predominen los vegetales con efectos pre y pro bióticos y los fermentados como el kéfir o la kombucha, así como los alimentos ricos en glutamina, vitaminas antioxidantes, zinc y magnesio, ácidos grasos esenciales Omegas 3 y 6 y una buena hidratación. Sin olvidar que la lactancia materna representa en nuestros primeros años de vida la fuente esencial de defensas naturales.
  • Igualmente podemos hacer uso en beneficio del sistema inmune ciertas raíces y plantas naturales con propiedades medicinales como el ajo, la cebolla, los hongos, el jengibre, el limón, la cúrcuma, la canela, la equinácea y el propóleo.
  • Activarse, moverse libremente, conectar con la naturaleza y respirar aire limpio.
  • Un descanso reparador. Numerosos estudios han demostrado que las personas que no duermen bien disminuyen la producción de los linfocitos A y T.
  • Con la risa se eleva la inmunoglobulina A, un agente inmunitario que se encuentra en la piel y las mucosas.
  • Controlar el estrés y pensar en positivo. La tristeza o la angustia van acompañadas de efectos negativos sobre el sistema inmunitario. Estar animado no cura, pero colabora en positivo cuando el organismo necesita energía extra.

“Lo que es de máxima importancia en la guerra es atacar la estrategia del enemigo; lo segundo mejor es romper sus alianzas mediante la diplomacia; en tercer lugar, viene atacar a su ejército”. Sun Tzu

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