Bienestar físico y emocional

.-

Bienestar físico y emocional

A quién no le gusta estar bien… sentir que uno es y uno da su máximo potencial.
Siempre buscando ese ansiado equilibrio que implique estar sano desde el punto de
vista físico, mental y emocional. Porque cuando no es por ese dolor de cabeza
persistente, o ese dolor muscular, es una preocupación familiar, financiera o
sentimental.


Como seres vivos complejos estamos expuestos a ciclos internos en constante cambio
y circunstancias del entorno claramente influenciadoras. Y nadie dijo que eso fuese
fácil de manejar.


La OMS dice: «La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no
solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.»


La salud mental y el bienestar son fundamentales para nuestra capacidad colectiva e
individual de pensar, manifestar sentimientos, hacer frente al estrés normal de la vida,
interactuar con los demás, ganar el sustento y disfrutar de la vida. Sobre esta base se
puede considerar que la promoción y el restablecimiento de la salud en general son
preocupaciones vitales de las personas, las comunidades y las sociedades de todo el
mundo.


Vivimos en un momento donde la velocidad del cambio no ha tenido referencias
parecidas en nuestro pasado. Los productos, los servicios, los consumidores, la
tecnología, los retos se nos presentan cada día con crecimientos incrementales,
mientras que nuestro cuerpo y nuestra mente crecen a velocidades lineales, que es
para lo que están preparadas. Esta diferencia hace que como individuos nos vemos
sometidos a una altísima presión para ir más rápido, pensar más rápido, actuar antes,
formarnos a mayor velocidad.


Hablamos de inteligencia artificial, de mejora genética, de robótica, tres tendencias
que según una corriente importante de científicos nos lleva a la creación de un nuevo
“Homo Optimus”, un ser mejorado en todos sus aspectos.


No sabemos cómo vamos a responder a esa nueva aspiración que científicos y grandes
corporaciones nos presentan como algo posible en 15 años.

Lo que sí podemos hacer es prepararnos lo mejor posible para este nuevo escenario,
tenemos que estar muy preparados, en excelente forma intelectual y física para poder
adaptarnos con éxito a lo que nos depara el futuro inmediato.


En este sentido las Organizaciones están adecuando el entrenamiento de sus equipos
al nuevo mapa de habilidades y competencias. Los directivos necesitan un nuevo mapa
mental, y éste se alimenta de un sólido entrenamiento en conocimientos, actitudes,
capacidades físicas y emocionales que den respuesta a las nuevas demandas.
Hablamos de flexibilidad, pero también hablamos de alta movilidad, de conexión
permanente, de trabajar en diferentes espacios y países, husos horarios, culturas,
hábitos alimenticios, higiene del sueño, etc.


No olvidemos que la mayoría de los problemas de salud que hoy padecemos en las
sociedades industrializadas (cervicalgias, lumbalgias, contracturas, rigidez, artrosis,
osteoporosis, sobrepeso, diabetes, hipertensión, cáncer …), son consecuencia de la
discrepancia entre el diseño evolutivo de nuestro organismo y el uso que de él
hacemos.


Con ello nos referimos a discordancias significativas en nuestra dieta, hace menos de
un siglo se basaba comida real, mientras que actualmente predominan los alimentos
procesados y desvitalizados. Cambios de horarios y ciclos circadianos, falta de
descanso, exposición a periodos de estrés continuado, cambios de entorno (asfalto,
hormigón y humo frente a espacios naturales), y por supuesto, cambios en nuestra
movilidad. El mundo está cada vez más diseñado para no moverse.


Y qué decir de los pensamientos, las emociones y los estados de ánimo convertidos en
“pilotos automáticos” de ciertos patrones alimentarios.  Tomar consciencia de los
cambios que ciertos alimentos pueden ocasionar en nuestro estado de ánimo es todo
un logro en estos tiempos.


Sin duda, en nuestro mundo occidental, caótico, con prisas, con poco tiempo y mucho
sueño, comer es algo que en muchos casos hacemos desordenadamente.
Nos movemos por patrones irregulares de hambre, gula, alegría, tristeza,
preocupación, ansiedad, modas, y por tanto, nuestro cuerpo y nuestra mente sufren
sacudidas por esas maneras desestructuradas de obtener energía a través de la
comida.


Impactados por fortunas que invierte la industria alimenticia en campañas de
marketing de productos, que no se conforman con cubrir las necesidades básicas del
cuerpo, si no que, conscientes del efecto que los alimentos producen a nuestros
sentidos, compiten por engancharnos a sabores y experiencias más allá de lo físico.
Y como cada vez tenemos menos tiempo para planificar comidas, las tendencias más
prácticas y las modas más envolventes son las que más éxito tienen a la hora de elegir
la forma de alimentarnos.


¿Acaso sabemos hasta qué punto nos afecta nuestra manera de comer?

La realidad es que ésta es una asignatura pendiente en nuestra educación a lo largo de
la vida. En la mayoría de los casos, no comemos lo que necesitamos, porque no
sabemos lo que necesitamos.


Mi propuesta trata de añadir valor en esa etapa específica que es la de obtener la
energía adecuada y necesaria para estar en ese saludable estado físico y mental que
asimile con éxito el inevitable estrés, incertidumbre, caos, que con seguridad nos va a
visitar. Necesitamos nutrir adecuadamente cuerpo y mente, y no hablamos ya de
alimentarnos adecuadamente, hoy ya no es suficiente. Alimentarse no es nutrirse, eso
fue válido en otro tiempo.

María Kindelán

No Comments

Sorry, the comment form is closed at this time.