22 Mar Calidad acústica y salud
El sonido es muy importante en nuestra vida, no sólo nos puede cambiar por completo
el humor, si no que según de qué tipo se trate, impacta directamente en nuestra salud,
física y mental.
Un sonido musical nos puede poner felices al instante, sin embargo, también puede
ser perjudicial cuando está demasiado fuerte. Bien es sabido que cuando oímos los
sonidos del agua en movimiento, se desencadena una respuesta en nuestro cerebro
que induce una avalancha de sustancias neuroquímicas que aumentan el flujo
sanguíneo al cerebro y al corazón, lo que produce un estado de relajación.
De ahí el éxito del fenómeno de la ASMR (Respuesta Autónoma Sensorial Meridiana),
un producto de gran consumo actual en redes sociales que ofrece sonidos suaves,
como los susurros, para provocar un efecto de hormigueo o relajación en el oyente. En
muchas ocasiones se utiliza para que el que lo escucha pueda dormir o aliviar el estrés.
Todo se debe a cómo interprete nuestro cerebro cada sonido o ruido que recibe. De
hecho, la exposición al ruido es uno de los grandes problemas sonoros del siglo XXI,
procedente del ocio, música, transporte, dispositivos tecnológicos… sin duda forma
parte de nuestra cotidianidad, afectando al nivel de concentración en nuestras
actividades, la calidad de nuestro sueño, nuestra capacidad auditiva, nuestra
capacidad de comunicación y puede llegar incluso a provocar impactos físicos como el
incremento de la presión arterial o de la hormona del estrés.
Se estima que el 20% de la población europea está expuesta a ruidos tan elevados
como perjudiciales para los oídos que acaban provocando dolor.
Según la OMS, nos impactan a diario sonidos que superan el umbral de ruido saludable
para nuestros oídos, los 65 dB. Sonidos cotidianos con decibelios elevados que ante una
exposición prolongada pueden acabar dañando el sistema auditivo. Para que nos hagamos
una idea de la sobreexposición ruidosa con la que convivimos, una alarma de teléfono
produce 75 dB, el tráfico en las grandes ciudades, una media de 85 dB, escuchar música
con cascos, por encima de los 95 dB, y una sirena de ambulancia, 125 dB.
El abuso y mal uso de las nuevas tecnologías, especialmente entre los jóvenes, está
influyendo considerablemente en lesiones irreversibles del oído interno, que pueden
provocar problemas de audición mayores y más intensos en edades cada vez más
prematuras.
Y sin ir más lejos, numerosos estudios globales de productividad en el lugar de
trabajo han encontrado un vínculo consistente entre la falta de concentración y las
oficinas diáfanas ruidosas. El ruido puede generar un mayor estrés a las personas,
especialmente en trabajos que requieren un alto nivel de concentración.
Algunas tendencias arquitectónicas modernas, como los espacios de trabajo abiertos,
la construcción ligera, los acabados de hormigón a la vista o los sistemas de HVAC
(calefacción, ventilación y aire acondicionado), pueden tener efectos perjudiciales en
el confort acústico y la calidad de un espacio si no se diseña de forma intencionada.
La sensibilidad al ruido parece ser acumulativa. En un estudio del Reino Unido, se
observó una correlación positiva entre pasar más tiempo en un espacio de oficina y la
perturbación percibida del teclado y el ruido ambiental. También se concluyó que los
factores estresantes del ruido que influyen negativamente en la productividad se
refieren a conversaciones de personas en voz alta, conversaciones telefónicas,
máquinas, y a ruidos no especificados dentro y fuera del edificio.
Los espacios de trabajo abiertos a menudo se utilizan para fomentar las relaciones
sociales, la comunicación, el intercambio de conocimientos y la cooperación. Sin
embargo, la privacidad reducida de los espacios de trabajo abiertos, tanto acústica
como visualmente, puede causar distracciones e interrupciones auditivas. Algunos
informes han demostrado que es menos probable que las personas se ayuden entre sí
en condiciones de mucho ruido, lo que reduce la colaboración en el lugar de trabajo.
Dicen los requerimientos del International Well Building Institute, que los espacios
deben diseñarse teniendo en cuenta la intención y el uso. Por ejemplo, los espacios en
una oficina típica se pueden clasificar en cuatro lugares clave: salas de concentración,
colaboración, socialización y aprendizaje.
Por suerte, arquitectos y responsables de recursos humanos de todo el mundo ya lo
empiezan a tener en cuenta. Porque poder oír bien, en la frecuencia adecuada, y en los
entornos habituales de nuestra sociedad, se está convirtiendo hoy en día, en un
privilegio, además de ser un condicionante importante para la salud física y mental de
las personas. Una capacidad que debe cuidarse y vigilarse como parte de un programa
completo de bienestar.
Sólo si oímos bien, tenemos la actitud adecuada para escuchar y ser escuchados.
Podemos asegurarlo.
Si quieres saber más y/o proponernos un tema de salud y bienestar de interés,
escríbenos.
Sorry, the comment form is closed at this time.