Nutrición y rendimiento
Rendir más y mejor, un verbo usado en todas sus facetas por un esperado logro de resultados positivos. Así se define el rendimiento, como la proporción que hay entre los medios empleados para conseguir algo y el resultado que se consigue.
Para las empresas sin duda, la noción de rendimiento hace referencia al beneficio económico que ofrece cada unidad productiva. Y cada una de esas unidades somos nosotros mismos, más allá de un conjunto de tareas, somos el medio complejo y más o menos eficiente por el que se consiguen llevar a cabo los propósitos. Hablamos por tanto de personas, de organismos vivos, de billones de procesos químicos que las células que nos componen producen antes de convertirse en resultados tangibles para las empresas.
Y como todos los seres vivos, las células requieren de energía, y por tanto necesitan nutrirse adecuadamente para que nuestros cuerpos gocen de salud, sean perfectamente funcionales y se puedan adaptar. Las células de nuestro cuerpo funcionan generando ATP (Adenosín Trifosfato o Trifosfato de Adenosina), a partir de los alimentos que consumimos, y cuando la célula necesita realizar una función, rompe dichas moléculas de ATP para liberar la energía contenida en sus enlaces y así alimentar las reacciones químicas necesarias para realizar sus propósitos.
El ATP se crea en las mitocondrias que se encuentran en cada célula de cada órgano. Pero es probablemente en el cerebro donde más trabajan. El cerebro utiliza prácticamente el 20% del oxígeno del organismo y el 50% de los azúcares que ingerimos para responder a necesidades constantes de energía.
La vida supone un constante consumo de energía, para la cual el oxígeno y los alimentos son indispensables.
¿Y cómo logramos un rendimiento eficiente, tanto en el trabajo como en la vida?
Podríamos decir que una cosa es tener combustible para pasar el día, y otra muy distinta es llenar el depósito de gasolina de la más alta calidad, para que la persona rinda al máximo de sus posibilidades energéticas.
Como ciudadanos de países en desarrollo, comemos todos los días, sin embargo, en la mayoría de los casos, no estamos rindiendo al máximo de nuestras posibilidades. Tenemos que empezar a pensar que el combustible que utilizamos no es el más apropiado, si no cómo explicamos que la mayor causa de mortalidad en el mundo actual sean las NCD (Non-communicable diseases associated with imbalanced diets), enfermedades no transmisibles, asociadas a dietas desequilibradas*
Mientras 795 millones de personas mueren de hambre, 2 billones de personas sufren problemas de malnutrición y 1,9 billones de obesidad.
Ante dicho escenario, el rendimiento no puede ser muy alto.
El consumo de alimentos desvitalizados y cargados de químicos, empobrecen las reacciones químicas de nuestras células, que se van desnutriendo y debilitando con el tiempo. Si, además, juntamos los alimentos extremos con las situaciones de estrés que la vida nos exige, se pone en marcha el sistema nervioso autónomo y las glándulas suprarrenales para producir principalmente la hormona cortisol. Esta hormona segregada en exceso puede producir un sinfín de desequilibrios en el organismo. Entre ellos disminuye la capacidad inmunitaria del organismo, dando lugar a alergias e infecciones, destruye la flora intestinal, favoreciendo el crecimiento de bacterias y levaduras y disminuye las inmunoglobulinas A intestinales, la primera línea de defensa del sistema inmunitario en el intestino.
Para rendir energéticamente debemos preparar principalmente el organismo para una buena asimilación, implicando con ello tanto al sistema digestivo como al sistema nervioso. Por tanto, nutrirse para rendir más y mejor, implica trabajarse tanto en el plano físico, como mental y emocional.
Es por ello que en las organizaciones proponemos adoptar estrategias, dentro de los programas de bienestar, que contribuyan a aumentar el rendimiento de los equipos de trabajo a través de una alimentación natural, nutritiva y energética, obteniendo así resultados mucho más eficientes y positivos, que aporten equilibrio, motivación, concentración, salud y calidad de vida.
El aprovechamiento de los alimentos a nivel energético implica conocer cómo nos afecta su naturaleza, el momento del día que se consumen y sus diferentes sistemas de cocción, y por tanto su relación directa con nuestro rendimiento. Por ejemplo, el desgaste mental puede compensarse con una alimentación equilibrada rica en minerales, glucógeno y ácidos grasos esenciales, que fomente la concentración, la agilidad mental y la visión espacial.
Junto con una buena respiración, ejercicio aeróbico combinado con fuerza y descanso profundo, aumentamos la energía en las mitocondrias, efecto que se magnifica cuando aportamos a cada célula de nuestro cuerpo la nutrición adecuada.
Para el equipo que formamos Benefit Brokers, rendir al máximo de nuestras posibilidades energéticas es sinónimo de salud y felicidad, por eso en nuestra misión está convertirnos en generadores de ATP de calidad de las organizaciones que apuestan por el bienestar de sus empleados, ayudándoles a adaptar el combustible más eficiente para cada caso.
Para ampliar información sobre contenidos adaptados de Bienestar Físico y Mental, estoy disponible en el siguiente email: maria.kindelan@benefitbrokers.es.
* Sources: International Panel of Experts on Sustainable Food Systems; Nestlé
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